Páginas

miércoles, 19 de abril de 2017

LA INDUMENTARIA TRADICIONAL EN EL VALLE DE ECHO A COMIENZOS DEL SIGLO XIX





Una de las características más originales de los valles occidentales del Pirineo aragonés es la conservación de una indumentaria propia y autóctona que aun habiendo evolucionado a lo largo de los siglos aún pervive. Si bien es cierto que es en la villa vecina, Ansó, donde más variedad y más número de trajes tradicionales se conservan, celebrando desde el año 1971 su día de Exaltación del Traje ansotano, que ha dado lugar a un bonito Museo del Traje, en Echo han perdurado igualmente, y se lucen en las grandes ocasiones.

Como bien explica Irene Seco, conservadora del Museo del Traje de Madrid, en un interesante trabajo sobre "Trajes seculares", y alude igualmente al historiador Antonio Beltrán , “desde un punto de vista histórico no cabe duda que los trajes citados [de Ansó, Hecho y el valle del Roncal], especialmente el femenino, tuvieron el mismo origen, y debido a su aislamiento y evolución en círculo cerrado añadieron peculiaridades de cada lugar al modelo común” Estudiando dichos trajes, la citada conservadora data en el siglo XIII una de las piezas de la indumentaria femenina, en concreto el cuerpo y falda de una pieza del traje ansotano (común también en los otros dos valles). habiendo evolucionado toda la vestimenta y incluso el peinado hasta principios del siglo XIX. 

De principios de ése siglo, en concreto del año 1802, es la información que sobre la indumentaria tradicional, en éste caso del Valle de Echo nos aporta nuestro fraile Mateo Sumán en su Diccionario Geográfico de las Cinco Villas, que vamos a citar textualmente.


Dice Sumán en su ya citado Diccionario:

VESTIDO DE AYUNTAMIENTO. Es particular. sobre el común llevan un sayo de montaña estilo de todos: una ungarina de paño negro, grande hasta la rodilla; sobre esta un capote de paño a modo de dalmática abierta por ambas partes con mangas perdidas tan largas como la misma ropa con capilla puntiaguda al extremo, que se extiende de hombro a hombro y llega hasta la cintura. Una valona de true, o muselina prendida detrás del cuello con encaje alrededor. Es lisa y sin pliegues, ancha de un palmo, el encaje suele ser más largo que la tela. Con este vestido han de usar precisamente de montera. Antiguamente en lugar de esta, se usaba de un gorro semejante al casco de un sombrero, que acababa en punta con borla de hilo de oro.

VESTIDO COMÚN DE HOMBRES. Es el antiguo que usan de inmemorial y se compone de un sayo de paño de la tierra con seis haldillas, al cual ciñen con correa ancha, casi una cuarta y la afianzan con hebilla; el calzón, es del mismo paño, sin botones en las aberturas de las rodillas, pero sí prendido por la extremidad con cintas.También usan comúnmente un chaleco de color rojo con solape por delante atado con cintas, o trenzaderas, el sombrero redondo está también en uso, pero lo regular es la montera. Esta se distingue de las de los ansotanos en que la montera de los chesos es más larga que ancha, de color rojo más oscuro y 24 botones negros en forma de cruz. Seis en cada parte. La montera ansotana es igual en largo, y ancho, de color muy rojo, con 24 botones negros, seis a cada parte en forma de cruz. Los chesos comúnmente calzan abarcas, como en Ansó; pero se distinguen en que los primeros, llevan un vivo negro en los peales de cordellate, que cubren las piernas hasta [f. 144r] la rodilla; pero los de Ansó tienen el peal todo blanco, y prendidas las abarcas con correas.

VESTIDO DE MUJERES. Es singular. Se ha discurrido mucho sobre su origen. Algunos piensan tenerlo de la famosa batalla de Jaca a la que concurrieron las mujeres de estos valles simulando ser soldados que venían al socorro del ejército cristiano que conquistó a Jaca; pero solo se sabe de cierto que se usa de inmemorial en pocos lugares de estos valles, entre los cuales uno es el de Hecho, consta respecto de las mujeres de camisa de buen lino de la tierra con gorguera, o especie de golilla formada, y unida a la misma camisa; cubre el cuello hasta mitad de la cabeza por detrás; y se ata por debajo de la barba de manera que queda totalmente el cuello cubierto. Está hecha a pliegues, y en su parte superior se ve un bordado a modo de encaje de dos pulgadas de ancho. Las mangas de la camisa son tan anchas, que se emplea en cada una más de una vara de tela.

 La saya tiene un justillo escotado por detrás en forma de semicírculo, y abierto por delante hasta el pecho donde lo prenden con corchetes. Suelen adornarse, y llevar al cuello varios dijes, cadenas de plata, o metal con muchos dobles, cruces, relicarios, imágenes, escapularios, etc. Cada una según su posibilidad. Este justillo que (ahora lo llaman por acá coupiñi, las locas imitadoras de modas ridículas que visten a lo cheso) no tiene mangas y es a semejanza de la cotilla usual o común, está cosido a la misma saya, sin que pueda llevarse uno sin otro, y siempre en mangas de camisa. Las chesas usan también abarcas, aunque la mayor parte calzan zapatos con hebilla, especialmente en los días festivos.

VESTIDO DE IGLESIA. Para asistir a ella en los días festivos, o a las funciones públicas, usan de otra sobreropa a la misma hechura de la anterior pero con mayor vuelo. Es una saya, la cual desde el justillo abajo está formada de pliegues muy menudos, tales cuales permite el paño; refaldada por delante hasta la cintura, la prenden por detrás con corchetes, y cae con mucha gracia por razón de los pliegues. Las solteras van así al templo descubierta la cabeza, y el pelo en trenza, a las veces rollada
en forma de sortija. En los días comunes las casadas que asisten a la iglesia cubren la parte superior de la cabeza con una especie de gorra puntiaguda en la parte anterior, y en la posterior termina en una como trenza ancha dos dedos, y larga más de un palmo. Se asemeja al morrión.

Las casadas en mayores funciones de iglesia además de la ropa común, y sobre ropas ya dichas cubren la cabeza con una toca compuesta de tres varas de tela blanca y fina, que cruzan debajo de la barba y recogen, y afianzan con las ataduras de la camisa misma que como se ha dicho se prende o está debajo de la barba. Así la tela queda tendida por toda la espalda y hombros, acabando en punta por la parte inferior, y la cabeza cubierta de tal forma que no se descubre sino los ojos, narices, y boca. Este es el traje usual en los valles de Ansó, Hecho, y Aragüés del Puerto con sus respectivos pueblos. Se usaba igualmente en los lugares de Aísa, Sinués, Esposa, y Borau, y no hace muchos años que lo han dejado.


De poco tiempo a esta parte se ha introducido mucho la mantilla, en especial para las concurrencias de iglesia. A las mujeres que visten el traje común de la nación, y no el del valle; dicen que visten de señoras; es costumbre llamar en este valle, vestido de señora, al que usan en las demás provincias del reino.

Dejo para los expertos los comentarios sobre cuánto queda en el traje cheso de lo descrito por Sumán y aprovecho para decir que las fotografías en blanco y negro que acompañan el artículo son de Ricardo Compairé el gran fotógrafo oscense que fue farmacéutico en Echo y son de la década de los años 20 del pasado siglo.






















P.D.: Está agregada a la página una nueva pestaña en la margen superior derecha para aquellos que tengan interés en ser seguidores del blog. Gracias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario