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miércoles, 24 de junio de 2020

EL CONVENTO MERCEDARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR EN EMBÚN, DURANTE LAS DOS GUERRAS CONTRA EL FRANCÉS


Convento de Nuestra Señora del Pilar de Embún

En el año 1699 comenzó la construcción del Convento Mercedario de Nuestra Señora del Pilar en la llamada Pardina de Guesa o Guessa en el término de Javierregay, propiedad del que fuera Regente del Supremo Consejo del Reino de Aragón , D. Martín Francisco Climente, ilustre personaje nacido en la villa de Embún en 1641.  Así lo había dejado consignado en su testamento en 1689. En dicha pardina, existía ya la ermita de la Virgen del Pilar, antigua construcción que se encontraba bastante deteriorada y necesitada de reparaciones y que dependía de la parroquia de Embún.


Desde su fundación, el convento realizó las tareas de seminario formando religiosos. Estaban obligados a vivir en el mismo según las cláusulas de la fundación, hasta 12 religiosos como mínimo y entre otras obligaciones tenían la de salir dos veces al año a realizar misiones por el obispado de Jaca. (Datos recogidos del artículo El Convento del Pilar de Embún de Felipe García Dueñas publicado en el número 16 de Bisas del Subordán en 2007).

La orden mercedaria. Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos fue fundada en 1218 por San Pedro Nolasco "para la redención de los cristianos cautivos en manos de musulmanes". Durante casi 100 años, el Convento del Pilar de Embún, mantuvo su tranquila existencia cumpliendo con las obligaciones de su fundación, hasta que llegó el año 1793 y se declaró la llamada Guerra de los Pirineos o del Rosellón contra la Convención Francesa.


Tras el estallido de la Revolución Francesa en 1789 en el vecino país, las fronteras con el mismo fueron reforzadas en un intento de evitar la entrada de agitadores y de propaganda que pudieran extender la revolución así como el vano intento de mantener en secreto los sucesos franceses en España. Para ello se utilizó muy especialmente la ayuda del Santo Oficio (la Inquisición).


Reinaba desde apenas el mes de diciembre anterior  el débil Carlos IV de Borbón llamado "El Cazador" por su afición cinégética (habitual y generalizada entre los borbones), mientras los asuntos de estado eran administrados por su valido, el Conde de Floridablanca, obligado por el testamento de su antecesor Carlos III a mantener su confianza en él. Dos años después Floridablanca es sustituido  por el Conde de Aranda tras ser aquél acusado de abuso de confianza y corrupción y en 1792 éste lo fue por Manuel Godoy, un guardia de corps que ascendió a la dirección del país, por ser amante de la reina María Luisa según algunos historiadores.

General Ricardos por Goya
Tras ser guillotinado Luis XVI (primo de Carlos IV)  en enero de 1793 Godoy firma la adhesión a la Primera Coalicíon contra Francia y comienza en marzo la Guerra contra la Convención francesa. Tres cuerpos de ejército habían sido preparados ya para ese momento durante el mandato del Conde de Aranda: uno en los pirineos orientales, en Cataluña, de 32.000 soldados al mando del general aragonés Antonio Ricardos, otro de 18.000 en Navarra y Guipúzcoa mandado por Ventura Caro y un tercero en el Pirineo aragonés de 5.000 soldados con funciones de defensa de la frontera y de acciones de distracción mientras la campaña principal se desarrollaba en el frente oriental. Las fuerzas del frente aragonés estaban comandadas por Pablo Sangro y Mero, Príncipe de Castelfranco, coronel y director del Regimiento de Reales Guardias Walonas. 

A éstas fuerzas militares se unieron compañías de paisanos voluntarios , milicias,
de los pueblos pirenaicos, Esta implicación de la población local fue la característica más peculiar de éste frente de guerra. En Echo, una de esas compañías con funciones fundamentalmente de guías pero sin eludir el combate, fue organizada a expensas del terrateniente de la zona, Gerónimo Rocatallada. Alrededor de 150 paisanos de Echo y Ansó componían dicha milicia, entre ellos los chesos Domingo Brun "Chandón" y Juan Rafael Marraco, de quienes hemos escrito en entradas anteriores del blog. Aquel  frente resultó ser tranquilo y salvo esporádicos combates con incursiones de una u otra parte, sólo la llamada Batalla de Lescún tuvo importancia. Un intento de invasión a gran escala por el valle francés que resultó un estrepitoso fracaso. A ésa batalla me referiré en próximas entradas.

Mientras tanto. los frailes mercedarios del Convento del Pilar de Embún, compartiendo ésa implicación de la población de valle, ofrecieron sus servicios en apoyo a las fuerzas militares españolas establecidas en la zona. Así se confirma por el escrito que el 13 de abril de 1793 dirigen al rey,  que dice así textualmente:

Carta original
"Soverano Señor

Los Religiosos Mercenarios Calzados Misionystas del Convento de Nª Señora del Pilar de Embun situado en las Montañas de Aragón a quatro leguas de la Ciudad de Jaca, tres de la Valle de Hecho y cinco de la de Anso deseando acreditar su gratitud y memoria alos particulares beneficios, que tienen recividos en todos tiempos de la Real Casa de V. Majestad, y contribuir por su parte en la presente guerra a sus piadosisimas intenciones; no teniendo intereses, ni caudales que ofrecerle hacen presente a Vª R. Mad. la buena dysposicion de animo con que se allan para la asystencia espiritual, y corporal de los enfermos en los Hospitales, que se forman en estos Valles; sacrificando desde luego gustosos su salud, y aun su propia vida, si fuese menester, en alivio y socorro de los enfermos con el mismo fervor y caridad q. tienen ofrecido a Dios en su quarto voto hacerlo por sus Hermanos los Cautivos.
   Entretanto no cesaremos de aplicar todos nuestros sacrificios y oraciones para que el Señor conserve por muchos años la importantysima salud de Vª.Mad. y toda su Real Familia. Convento del Pilar de Embun Abril 13 de 1793

                                                       Los Reverendos Padres Fr. Josef Calvo , Comendador y Fray Xavier Novella , Decano"


José de Alós y Bru
La carta, suponemos que enviada por los cauces regulares, no llegó al rey, pero sí al Gobernador de la Plaza de Jaca, José de Alós y Bru, segundo marqués de Alós quien la remitió al Excmo. Sr. Duque de la Alcudia, título creado en 1792 por Carlos IV para premiar a su valido, el todopoderoso Manuel Godoy, generalísimo de los Reales Ejércitos. Por cierto que el marqués, apreciando el ofrecimiento de los mercedarios contempla mayor utilidad en usar su Convento, como así se desprende de la carta enviada a Godoy acompañando la de los mercedarios, y que decía (textual):

"Excmo. Sr.

Dirijo a V.E. la adjunta representacion para el Rey nuestro Señor, de la Comunidad de Religiosos Mercenarios Calzados y Misionistas del Convento del Pilar de Embun de estas Montañas, por si se dignase S.M. admitir su oferta.
La situación de dicho Comvento, lo basto y espacioso de su edificio, y el corto numero de Religiosos, brindan con unas proporciones admirables para varios usos del Real Servicio en la actual coniuntura, como seria el establecimiento de Quartel, ó de Hospital, para la tropa del Cordón de su circunferencia, a lo que sin duda se prestarán con gusto los expresados Religiosos por la analogía que tiene con su oferta, y por lo que se esmeran en acreditar su zelo, y amor al Real Servicio, en cuio obsequio, me ha parecido justo hacerle a V.E. esta insinuacion.
Dios que a V.E. m. a.
Ciudadela de Jaca 17 de Abril de 1793.

                                                                Excmo. Sr.
                                                                Marqués de Alós"


Desconocemos si el Convento y los frailes mercedarios fueron finalmente utilizados, lo que sí sabemos es que la Guerra contra la Convención finalizó en 1795 , al ver que Francia resultaba más fuerte de lo que se creía y que Godoy firmó la paz por separado en el Tratado de Basilea, siendo el balance además de los miles de muertos, que España tuvo que devolver el Rosellón e indemnizar a Francia con la isla de Santo Domingo, además de aceptar el reconocimiento de la Francia revolucionaria y convertirnos en sus aliados, lo que tendría en el futuro graves consecuencias como la guerra contra Inglaterra. Así pues, el resultado de tres años de guerra no fue demasiado bueno, pero eso sí, a Manuel Godoy, el rey Carlos IV le premió con el título de "Príncipe de la Paz".


Godoy Principe de la Paz, por Goya

Apenas pasados 13 años de amistad y alianza con los revolucionarios franceses primero y con el Imperio después, los acontecimientos tras el golpe de estado de Fernando VII para arrebatar la corona a su padre (Motín de Aranjuez) dieron lugar a los vergonzosos sucesos de Bayona y a la intervención de Napoleón que se hizo con ella nombrando rey de España a su hermano José Napoleón. El levantamiento del 2 de mayo extendió la resistencia al francés por todos los territorios. En Los Valles occidentales del pirineo aragonés, tras la caida de Zaragoza después de los dos asedios sufridos, se produjo la insurrección de los mismos, que fue reprimida a sangre y fuego por los napoléonicos. Para conocer aquellos acontecimientos pulsar sobre el siguiente enlace:  (LA INSURRECCIÓN DE LOS VALLES).

En ésta ocasión, el Convento del Pilar sufrió directamente los efectos de la guerra, pues como puede leerse en el enlace citado anteriormente, el 26 de agosto de 1809 la columna napoleónica que iba tras los guerrilleros de Miguel Sarasa , al llegar al Convento se encontró con éste convertido en un fortín desde el que ofrecían resistencia no menos de 350 hombres (100 de Ansó, 100 de Echo y 150 del Batallón de Perena), al mando del Teniente Coronel retirado Alonso Escobedo casado con Maria Juana Marraco, de Echo. Durante el combate, el Convento resultó incendiado, según relato de la Gazeta de Madrid (afrancesada) en su número 273 del 29 de septiembre de 1809:

"...En el calor del combate las tropas pegaron fuego al convento de Embum, a las villas de Ansó, Hecho, Burgui y otras varias poblaciones, que han sido reducidas a cenizas."
Retablo en Echo

El incendio debió de ser parcial o contenido puesto que los mercedarios siguieron ocupándolo hasta que en 1820 por el Decreto de exclaustración de conventos los religiosos se dispersaron por la diócesis. En 1822 se produce la Real Orden de supresión del convento por no residir ningún religioso en él y se extingue definitivamente en 1835 y son sacadas sus fincas a subasta. Los retablos  se salvan en parte al trasladarse a la iglesia de San Martin de Echo.

 Hoy el Convento es una ruina que se puede contemplar desde la carretera que atraviesa el Valle o acercarse desde el camino que sale del puente sobre el Aragón Subordán a la altura de Javierregay. Una ruina llena de historia.

























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