Panorama desde la cima norte de Peña Forca |
Vaya por delante que cuando el explorador, montañero y científico francés Paul Edouard Waloon ascendió a Peña Forca (2.390 mts) , los chesos, pastores y cazadores llevaban siglos ascendiendo a las cumbres que rodean La Val y por supuesto a la Peña Forca, pero a falta de que aparezca el documento que lo contradiga, Waloon fue el primero que puso por escrito (en francés) la ascensión a ésta montaña.
Durante la primera mitad del siglo XIX, tras la Guerra de la Independencia, nuestro país se convirtió en el destino de numerosos viajeros románticos, especialmente franceses y británicos, pintores y escritores, atraídos por los paisajes y sobre todo por el exotismo y lo más típico y tópico de nuestra cultura y sociedad : los bandoleros, los toreros, las bailaoras gitanas, etc...fundamentalmente de Andalucía. Muchos de éstos tópicos han perdurado hasta nuestros días y siguen atrayendo al ahora masificado turismo.
El matrimonio de la aristócrata española Eugenia de Montijo con Napoleón III Bonaparte en 1853 que la convertiría en Emperatriz de los Franceses, acrecentó el interés , al menos en Francia , por nuestro país y junto al tradicional viajero romántico comenzaron a aparecer los estudiosos y científicos franceses interesados en nuestro patrimonio y nuestra geografía.
Entre éstos últimos, un amplio conjunto de aficionados al montañismo, miembros de asociaciones y clubs alpinos de reciente creación, como si el Pirineo fuera el Far West se desparramaron por nuestras montañas pirenaicas armados de teodolitos, niveles y pesados aparatos fotográficos, para levantar planos y mapas, ascender a cumbres, establecer toponimias, fotografiar los paisajes y sobre todo dejar constancia de todo ello en las crónicas que publicaban en los boletines de sus sociedades alpinas. El pionero de todos ellos había sido Louis Ramond de Carbonnières que ya el 10 de agosto de 1802 coronó el Monte Perdido.
Pirineistas ascendiendo con guías. Entre ellos Beraldi |
Fue el escritor Henri Beraldi el que acuñó en 1898 el término de "pirineísmo" para definir el esfuerzo de aquellos exploradores en su obra "Cien años en los Pirineos" y a siete de ellos los bautizó como "La Pléyade de los Pirineos". Estos eran: Aymar de Saint-Saud, Henry Rusell, Franz Schrader, Maurice Gourdon, Ferdinand Prudent, Alphonse Lequeutre y Paul Edouard Wallon, que es quien nos interesa. Unos años más tarde, otro pirineísta se haría habitual en la zona de Sobrarbe y en la Sierra de Guara: Lucien Briet.
Wallon nació en 1821 en Montauban, capital del departamento del Tarn y Garona en Occitania, donde se encuentra enterrado el que fuera presidente de la II República, D. Manuel Azaña , fallecido en el exilio en 1940. Paul Edouard Wallon, abogado de formación, dedicó todo su tiempo libre a actividades en la naturaleza que además de ascensiones montañeras incluían el dibujo paisajístico, que dominaba, la geodesia y la cartografía.
Paul Edouard Wallon |
En 1868, se une a su amigo Schrader en el objetivo de terminar la realización del mapa de los Pirineos del lado español, ya completado el de la parte francesa. A Schrader se le asigna la región entre Monte Perdido y el Mediterráneo y a Wallon la parte comprendida al oeste del río Ara. La realización de éste acuerdo será supervisado desde París, por el capitán de ingeniería Prudent.
En los años siguientes, Wallon va cumpliendo su objetivo y publicando artículos sobre sus expediciones en el Boletín del Club Alpino Francés en cuya fundación participó. Ascendió entre otros muchos al pico Balaitús, al Gran Facha, Punta Escarra en la Sierra de Ip, Brazatos, Tendeñera, explora la sierra de la Partacua y Peña Telera, Peña Retona, La Llena del Bozo y el macizo del Aspe. Finalmente, en 1879 lo encontramos en el Valle de Echo, preparando la ascensión a la Peña Forca.
Pero no fue Peña Forca su única exploración. En el Anuario del Club Alpino Francés de 1880 publica el relato de sus expediciones del año anterior de 1879, y que comprendieron: Excursiones y ascensiones nuevas en Aragón; de las montañas de Bernera a Berdún (macizo de Piniecho, punta de Baldarain; Frondella; montañas de Bernera y valle de Aragüés; valle de Urdués y de Hecho, ascensión de la Forca (Peña); de Hecho a Ansó; de Ansó a Berdún; de Berdún a Jaca).
Wallon, que contaba ya con la edad de 58 años, se hacía acompañar de uno de los guías más prestigioso del Pirineo Francés, Pierre Pujo, guía de Gavarnie, así como de Mariano Aragüés, un obrero de Aragüés del Puerto al que había reclutado entre los trabajadores españoles que laboraban en la carretera de Urdós (Francia) entre los que buscó alguno que conociera la zona que pretendía explorar.
Guía uniformados de Gavarnie |
El relato de su llegada a Echo el 26 de agosto de 1879 desde Urdués para acometer la ascensión de Peña Forca, es bastante largo y tiene algunas imprecisiones toponímicas, además de fallos por mi parte en la traducción . Sin embargo creo que es de un gran interés por su descripción del valle y de la ascensión . La traducción dice así:
"...Dejando Urdués, subimos, por el noroeste en medio de cultivos y algunos matorrales exiguos. Sobre una pendiente insípida y árida el sol nos quema. El camino, bastante bueno desde Urdués, llega a la cima de la colina. Estamos caminando ahora, casi al nivel de una meseta redondeada donde aparecen hermosos afloramientos de arenisca verde grisácea.
Estamos sobre la sierra que comienza en la punta de Gabas o Remilles (Remirez), y separa el valle de Urdués del valle de Hecho. A medida que avanzamos en la meseta, el panorama se vuelve más interesante. Frente a nosotros, hacia el norte, se extiende la cuenca verde y bien cultivada de Hecho, en medio de la cual fluye, en pliegues tortuosos, el río Subordan.
El pueblo, o mejor dicho la pequeña villa de Hecho, se muestra en su totalidad, al Noroeste, a 2 km. aproximadamente junto ala orilla derecha del Subordan. 2 km. más allá, y un poco más al norte, también aparece, en la margen derecha del rio, el pueblo de Cireza (Siresa), simple anexo de Hecho. Sobre Hecho y Cireza se distinguen las laderas boscosas de las montañas Bardespetal (sic) y Lénito. Pero lo que llama la atención sobre todo hacia lo alto del valle, al norte, es la silueta de la montaña, y de un cálido color amarillo anaranjado, de las crestas de la Forca, de la Nava d'Arraco y de Alano.
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Echo. Al fondo nevada, Peña Forca. Fot. Julio Soler. 1910-1920 |
...A las 4 a.m. descendemos al valle. El sendero descrito zigzaguea y pasa al este de una elevación apoyada en estratos verticales de arenisca. Poco después, pasamos por la ermita de la Virgen d'Escabuez (sic). Entramos a las calles de Hecho inmediatamente después de haber atravesado, por un puente de madera, el río Subordán también nombrado por algunos rio Aragón Subordan o de Hecho.
Mariano nos lleva directo a la Plaza, a una casa de buena apariencia: es la mejor que hay en el lugar. Su propietario, el señor Manuel Hecheto (Echeto), es un hombre inteligente y trabajador: él dirige un negocio de telas, mercería y comestibles en la planta baja; además tiene un café en el primer piso y la fonda en el segundo.
El señor Hecheto (Echeto) es también uno de los mejores cazadores del valle. Mientras nos refrescamos en la sala del café, hermosa habitación cubierta y con paneles, vemos entrar a cinco personajes bien vestidos que vienen y se sientan en la mesa contigua a la nuestra. Después de los saludos habituales, uno de ellos saluda a Mariano. Mi español se levanta inmediatamente, pareciendo muy honrado de poder conversar con este caballero.
Después de la conversación, durante la cual escuché repetidamente pronunciar mi nombre, este personaje gentilmente se acercó a mí y me dijo que estaba encantado de conocerme, porque había escuchado a veces, en otros lugares, hablar de mí y de mis excursiones. Era el alcalde de Hecho.
Entonces me presentó sucesivamente el capitán al mando de la guarnición y a los demás señores, miembros del Ayuntamiento (consejo municipal). Así que aquí estoy, en el mejor de los casos, con las autoridades del lugar, y, mientras se prepara la cena, estos hidalgos me muestran su bonito pueblito al que atribuyen una población de 1.500 almas. Durante este paseo me llevan a una terraza, cerca del puente, desde donde la vista es muy hermosa. Desde allí mostrándoles las crestas de la Forca, que me parece que domina toda la región, les hago una serie de preguntas relacionadas con el entorno del valle.
Uno de ellos, cazador y, además, excursionista, responde muy amablemente, agregando, relativa a la Forca, que es una pena que esta loma sea tan difícil de alcanzar, porque desde allí, de hecho, la vista debe ser muy extensa. Por su parte, dijo, ha tratado de escalarla, pero retrocedió ante la fatiga y las dificultades.
Esta información me desconcierta un poco. La Forca me había seducido, de hecho, por sus bellas formas, mientras yo trabajaba, antes de descender al valle y había hecho el proyecto de subir a ella al día siguiente.
A las 7. una criada (sirviente) de la fonda viene a decirme que la cena está lista. Así que me despido de mi amables interlocutores. La comida es deliciosa, verdadera fiesta de Lucullus compuesta de los mejores platos: trucha asalmonada, conejo silvestre, codornices, perdiz, bollería, etc., todo regado con añejo rancio, que no tiene otra culpa que ser un poco demasiado embriagador.
Para coronarlo todo, las dos encantadoras hijas de Manuel Hecheto, las señoritas Beniña (Benigna?) y Guadalupe quieren servirnos ellas mismas. Estas dos chicas jovenes son preciosas con su traje español. El resto, durante mi paseo por las calles de Hecho, me impresionó por la belleza general de la población femenina de las cuales Beniña y Guadalupe son solo dos adorables muestras. Sin embargo encontré muy feos los vestidos con los que he visto que iban ataviadas algunas mujeres de cierta edad.
Era la primera localidad española en la que yo lo veía , y admito que tuvimos, Pujo y yo, que esforzarnos en contener nuestra hilaridad.
Imaginemos una especie de vaina de tela en forma de cono, por consiguiente sin talle, comenzando todo en una sola pieza desde los hombros donde encaja con un cuello ribeteado y muy rígido en el que la cabeza está medio escondida: aquí está la basquiña con gorguera. Completa la vestimenta un peinado cuadrado, con orejas colgantes, algo que recuerda al de las esfinges egipcias.
Después de la cena, disfrutando de una taza de excelente café y fumando una Habano real, hablamos de nuestros planes para el día siguiente, y decidimos enfrentarnos a la Forca, a pesar de las supuestas dificultades de su ascenso. Mariano se encarga de guiarnos a la Collada de Asun, al pie de las murallas.
VALLE ALTO DE HECHO. ASCENSION A LA FORCA (Peña)
27 de agosto, a las 6 a.m. por la mañana, dejamos Hecho para dirígirnos a la cima del valle. El tiempo, un poco tormentoso el día anterior, se ha recuperado por completo.
Tomamos el camino de mulas que pasa frente al cuartel de Carabineros y luego continúa en la orilla derecha del río Subordan.
6 h. 30 minutos. El camino cruza el barranco profundo de Asun, quien, tras una gran curva, se dirige hacia el norte. Más allá del barranco nos conduce por una subida bastante empinada, en unos minutos, al pueblo de Cireza, donde paro un momento frente a la Iglesia de San Pedro. Este monumento religioso, de buenas dimensiones, es puro estilo románico.
Más allá del pueblo, el cultivo cesa casi por completo. El camino está trazado sobre los flancos orientales de la montaña de Lenito, cubierto de bosques de pinos y de boj.
Enfrente, en la margen izquierda del Subordan, se encuentra el barranco de Escarrun, también muy arbolado. Arenisca rayada y conglomerados rojos con afloramientos de esquisto perpendiculares.
8 h. - El valle se cierra mucho. El camino, cortado en cornisa sobre el flanco de una hermosa pared de piedra arenisca es bastante empinado y rodea el ángulo saliente de una cresta detrás de la cual podemos ver, al norte y muy cerca, las crestas amarillentas de La Forca, encima de paredes poco atractivas. Al Este aparece, muy aguda, la punta de Bisaurin sobre el gran barranco de Secus, casi en todas partes cubierto de hermosos bosques de pinos.
Peña Forca desde Reclusa |
Mariano nos muestra, a los lados de este barranco, un camino por el cual se podía montar en mula casi hasta la cima de Bisaurin. Frente a nosotros, en el noreste, el valle se ensancha de nuevo para formar el valle verde de Santa-Anna; pero todavía se cierra corriente arriba de este valle, y no es más que un desfiladero estrecho al pie del muro oriental de La Forca. Mariano nos hace notar la cima de la torre del Castillo de Hecho más allá del desfiladero, en la margen derecha. Encontramos aquí el aspecto de las grandes montañas.
Después de la cornisa, el camino desciende al valle de Santa-Anna, donde vemos algunas granjas dispersas.
8 h. 30 minutos. Dejamos la pista de mulas para tomar un camino que sube a la izquierda hacia el noroeste. Enfrente, al otro lado del Subordán, se encuentra el barranco de Secús. Mariano nos muestra un puente sobre el torrente, cerca de una gran finca, río abajo del barranco y creemos que es muy cerca de allí que las aguas de Bernera, perdidas en Lizara, vienen a desembocar en el rio Subordán.
Después de una subida bastante empinada, en medio de boj y algunos pinos raquíticos, nos encontramos en una meseta cultivada. Una fuente fresca brota cerca de nosotros. No podemos dejar pasar una oportunidad tan buena para tomarnos unos momentos de descanso.
Más allá de la meseta el camino se pierde, pero lo único que tenemos que hacer es subir a los pastos, directo a la collada que aparece al noroeste. 10 a. M. 30 minutos. Collada de Asún. Dominamos, por el lado oeste, la cima del valle de Asún, cuyo origen podemos ver al pie de los escarpes de la Nava d'Arraco y La Forca. Más allá del valle se eleva la larga cadena de Tucoya y Bardespetal que separa este valle del valle superior de Ansó.
Dejando el collado, vamos al norte y no tardamos en encontrar los primeros escarpes de calizas de la Forca. Aquí Mariano ya no nos puede guiar ; solo tenemos que confiar en nuestro instinto montañero. La pendiente es muy pronunciada y la roca, poco degradada, ofrece sólo raras grietas e insignificantes asperezas. Además, esta primera parte de la ascensión bajo un sol muy cálido nos cansa mucho. Sabemos bien que subimos en dirección a La Forca, pero no vemos la cresta.
Collado de Lenito |
Encima de unas gradas parecidas , pero en pequeña escala, a las de los Sarradets de Gavarnie, terminamos en una primera terraza que denomino la Terraza del circo. Su reborde occidental se apoya, de hecho, sobre muros altísimos y curiosos del Cretácico, con cintas, que circunscriben una profunda excavación casi circular que solo tiene salida por el lado oeste, por donde discurre un arroyo que desciende rápido al barranco de Asun.
Desde el borde de la terraza, la mirada se hunde abruptamente y sin transición al fondo de este abismo todavía lleno de nieve. Es una esquina de pizarra notable. Bordeamos la parte superior de éste circo y nos encontramos de nuevo al pie de otro escarpe de la misma naturaleza que el primero, pero menos empinado. Aquí la subida es simplemente divertida, sobre una serie de estratos.
11 h. 45 min. Más arriba encontramos una meseta lo suficientemente ancha al pie de las crestas de la Forca . En el noroeste, y muy cerca también, se eleva la Nava de Arraco, separada por un collado del macizo de la Forca. Este valle longitudinal cae, en el lado este, en el medio de pinos que recubren las bases de la Forca. Del lado del oeste, desciende en suaves pendientes y termina con la forma de una cubeta alargada en el fondo de la cual duerme un pequeño lago alimentado por un arroyo. Es como la miniatura del lago Estanés, con mucha más nieve .
Mientras almorzamos a la orilla del arroyo, estudiamos con atención los últimos pisos del Forca y su vecina, y nos es fácil ver que no tenemos más dificultades que temer. Estoy dudando entre los dos. El Nava me parece un poco más alto; pero por otro lado, la Forca debe estar mejor situada para ver la cima del valle. Me decido por La Forca.
Al mediodía nos dirigimos hacia el norte hacia el Col de la Forca, sobre canteras del Cretácico amasadas con fósiles. Llegados al collado, giramos hacia el este y subimos siguiendo la cresta cerca de su borde norte. Vemos de este lado magníficos precipicios. Esta última parte del ascenso es solo un juego y llegamos a la plataforma terminal con mucha facilidad. Esta plataforma, ligeramente convexa en su anchura, está formada en su longitud por una serie de pequeñas cúpulas redondeadas de casi igual altura. Esta disposición da a la cresta, vista desde la distancia, una apariencia irregular y atormentada, pero, en realidad, la plataforma que la corona es muy fácil. Hay, es cierto, entre cúpulas, algunos cortes, pero estas brechas no constituyen obstáculos, y se puede caminar de un lado a otro de la cresta de la Forca.
A 1 h. 15 minutos. estamos en la cúpula más alta. El cielo no tiene una nube. Sin demora, configuré mis instrumentos para disfrutar, lo mejor posible, de la inmensa vista que tenemos sobre una región de la cual una buena parte es nueva para mí..."
Peña Forca. Cima norte. |
A continuación, Wallon describe minuciosamente todo el paisaje que le rodea y va nombrando los montes y accidentes geográficos que alcanza a ver desde la cima de Peña Forca, y comienza el descenso:
"...A las 3 a.m. 45 min. nos despedimos de la cima de La Forca, donde Pujo y Mariano han levantado una torre (el típico túmulo hecho acumulando piedras), y bajamos, por el camino ya seguido, hasta la pista de mulas del fondo del valle.
Paramos ahí por un momento para terminar de vaciar nuestras botellas. Mientras tanto, pasan tres españoles cargados de redes y cestas llenas de magníficas truchas. Después del saludo habitual, curioso por saber dónde hicieron esta hermosa captura, entro en conversación con ellos. Vienen, me dicen, del Ibon. Primero yo no entiendo de qué lago quieren hablar e insisto; entonces uno de ellos, que parece ser el jefe, me explica que el día anterior fueron a tirar su trasmallo en el Ibon Grande d'Estanes. En todo este país cuando hablamos del Ibon se da a entender que es el de Estanes.
Después de esta parada todos partimos de nuevo hacia Hecho, donde llegamos a la entrada de la noche. Mis amigos del día anterior paseaban por la Plaza. Tan pronto como nos vieron, vinieron a mí y, después de un apretón de manos, se apresuraron a pedirme noticias de la empresa. Les relaté en pocas palabras nuestro ascenso, pero su actitud podría hacernos suponer que dudaban de mi veracidad. Entonces Mariano, pacientemente, gritó: "Y la torre" (en español en el original). Les expliqué esta exclamación agregando que con la ayuda de un telescopio verían muy bien desde la terraza la señal construida por mis guías. Poco después, nos reconfortamos con una cena incluso más abundante que la del día anterior. Definitivamente nos encontramos en un país de abundancia...."
Panorámica hacia el norte desde Peña Forca. Dibujado por Wallon |
Al día siguiente, 28 de agosto de 1879, Wallon y sus guías abandonaron Echo en dirección a Ansó, atravesando en primer lugar el barranco de Arbesa, que él escribe Arveza y continuando por la pista de Terit. Desde Ansó siguieron hasta Berdún regresando a Jaca por la Canal de Berdún. Tras alojarse en la fonda de Fermín Díaz que estaba en los arcos frente a la catedral de Jaca, el día 31 de agosto tras despedir a Mariano, al cual ya no necesitaban, contrató a un muletero con dos monturas, para Pujo y él mismo y se trasladaron a dormir a Biescas.
Mapa de Wallon de sus expediciones desde Bernera a Berdún |
Wallon continuó con sus excursiones hasta cumplir los 70 años falleciendo en su localidad natal el 1 de abril de 1895 a los 72 años. Dejó numerosos escritos sobre sus expediciones así como cartografía fruto de las mismas. Su ciudad lo recuerda dando nombre a una de sus calles. Tuvo dos hijos, uno de los cuales siguió la carrera militar que terminó con el rango de general y el otro fue profesor de derecho en Toulouse. Y mientras no aparezca quien lo contradiga, fue el primero en poner por escrito la ascensión a Peña Forca.
Boletín en el que publicó Wallon el relato de la ascensión a Peña Forca |
En 1879 reinaba en España , Alfonso XII , de la repuesta dinastía borbónica y en ese mismo año fallecía en Zaragoza la poetisa chesa Maria de la Cruz Borao.
Precioso y lleno de enjundia!!!
ResponderEliminarGracias Carmen. Un abrazo
EliminarEste articulo me ha hecho disfrutar de la aventura vivida por este montañero, muchas gracias Antonio por compartir. Un abrazo.
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