Llegada de las autoridades a los actos de inauguración. Foto: De las Heras. Comercializada por Peñarroya. La fotografía me la ha proporcionado mi amiga Maruja Orensanz de Casa Chuanet |
Tal día como mañana, hace 88 años, comenzaban con una gran celebración las obras de construcción de la carretera de Siresa a Oza. Y no era para menos, el festejo. Hacía 30 años que se había conseguido la carretera de Puente La Reina a Echo, y durante ésos años, la reivindicación por parte de los habitantes de la Val, había sido constante. En cabeza de la reclamación ,en prensa y en todo tipo de actos y ocasiones, D. Domingo Miral, del que hablaremos más extensamente en otro artículo, que nacido en Echo, fue Rector de la Universidad de Zaragoza y el promotor de la Universidad de Verano para Extranjeros, de Jaca.
Hasta entonces, el camino a Oza era el del Camino Viejo, parte del cual conocemos como de la Calzada Romana, por encima de Forestales, pero el argumento principal para reivindicar la carretera fue el económico, la necesidad de madera del país, y la estimación de los ingenieros de la época de la existencia en Oza de un millón setecientos mil árboles, una producción de quinientos sesenta mil metros cúbicos de madera, siendo la renta anual prevista de diez mil metros cúbicos, lo que equivaldría a cuarenta mil duros de la época, y lo necesario que era disponer de accesos adecuados para su explotación.
El jolgorio comenzó por todo lo grande. En la inestimable fotografía que encabeza éste artículo, podemos ver un Echo volcado en el recibimiento de las autoridades en la actual Plaza de la Fuente, bastante distinta de como es ahora, pues se puede apreciar el puente de entrada que salvaba el arroyo que la atravesaba, hoy cubierto desde la carretera y hasta el río Aragón Subordán. Se distinguen Casa La Rufa y Canteré a la izquierda, así como la actual Casa Blasquico, la trasera de la carnicería Laplaza y de Casa Ubero.
Bajando del coche oficial D. Miguel Gastón, presidente de la Diputación Provincial de Huesca, e hijo de ansotano como recordó él mismo en su discurso. Podemos apreciar junto a la indumentaria tradicional de muchos chesos, especialmente un grupo a la izquierda, la incorporación de la tradicional boina, correspondiendo las gorras y sombreros a las autoridades, acompañantes y periodistas. Aparecen también algunas gorras militares, pues al acto acuden el gobernador militar de la provincia de Huesca , Rafael P. Herrera con su ayudante el comandante Moscoso, el general Urruela de Jaca, el comandante Borrás y los tenientes coroneles Juan Quero de Estado Mayor y Torrente de Ingenieros.
Podemos observar también a la izquierda, la banda militar de música del Regimiento de La Palma nº 8 asentado en Jaca, y como curiosidades, se distingue al escritor cheso Veremundo Méndez, con boina, a la derecha del primer vehículo . Enfrente del presidente de la Diputación, tras un carabinero, mi amiga Maruja, que me ha proporcionado la foto, cree distinguir a su padre en el niño que aparece, que no tendría entonces más de trece años.
La fiesta lo fue por todo lo grande, como relata el corresponsal del Diario de Huesca en su crónica del día 27. Tras el recibimiento, fueron todos a pie hasta Siresa, dos kilómetros y medio de camino muy malo, según el periodista, donde fueron bendecidas las obras por el presbítero nacido en Siresa, Antonio Navasal y comenzaron los primeros discursos. Habló Domingo Miral, D. Miguel Gastón, , los ingenieros, y finalmente el alcalde de Echo, José Brun, dando las gracias, al tiempo que informaba de la dedicatoria del nombre de Miguel Gastón a una plaza (Palacio) en agradecimiento. El señor Gastón , emocionado, tomó la palabra para agradecer el gesto, y acabó abrazado al alcalde.
Tras los discursos hubo vermú, y baile amenizado por la banda militar. El banquete fue en la sala de sesiones del Ayuntamiento de Echo, y dice el periodista que además de ser abundante y de buen gusto, fue servido por jóvenes tan guapas como Paquita y Pascuala Coarasa, Luisa Belfuz, Leonor Miguel y María Orensanz.
Mientras las autoridades banqueteaban, en la plaza fue repartida entre el pueblo la carne de tres novillos, acompañados con el vino necesario....
Más brindis, más discursos, y por la tarde se reanudó el baile, mientras el pueblo se entregaba a la felicidad de una jornada venturosa que jamás olvidarán.....
Fin de fiesta, y las autoridades regresaron a sus lugares de origen. Las obras comenzarían, para hacer 10 kilómetros, cuyo coste era de 480.000,- ptas. de las que el Ayuntamiento de Echo aportaba el 35%,, la anchura del camino sería de cuatro metros, y se construirían tres túneles, uno de ellos de 150 metros.
De la evolución de esas obras, y de los accidentes mortales que se produjeron, hablaremos en otra ocasión.
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