Como fue habitual durante siglos, muchos oficios se aprendían al lado de un artesano u oficial con amplios y reconocidos conocimientos que se avenía a ello y aceptaba un aprendiz, fámulo o mancebo acordando con la familia del, normalmente joven, las condiciones de la enseñanza que quedaban plasmadas en una capitulación o contrato.
Hoy traemos al blog, uno de ésos contratos, el establecido por el hermano mayor de un joven de Jaca, con el apotecario (boticario) de Echo, para que éste le enseñe el oficio.