Castillo Abadía de Montearagón en la actualidad |
Son los eclesiásticos, los
personajes que más abundan entre aquellos nacidos en Echo que en su día
destacaron por sus vidas o sus obras. Entre éstos, hoy recupero para la memoria
colectiva el recuerdo de uno de los más ilustres, D. JUAN LÓPEZ al que cité brevemente en la entrada del blog del 23 de noviembre de 2014 sobre los chesos que fueron rectores de la Universidad.
Felipe III |
Nacido en la Villa de Echo, fue
Doctor en Derecho, Rector de la Universidad de Zaragoza (en dos ocasiones en 1591 y 1592) Canónigo de la Catedral de La Seo de Zaragoza, Comisario de
la Santa Cruzada, Consultor del Santo Oficio (Inquisición), Regidor del
Hospital General de Zaragoza y presentado por el rey Felipe III el 30 de
Octubre de 1599 como abad del Monasterio Abadía de Montearagón, lo que autorizó
el papa Clemente VIII el 31 de enero de 1600.
El 30 de abril de 1600 se realizó
la ceremonia de su Prelacía en el presbiterio de La Seo de Zaragoza siendo
bendecido por el arzobispo Don Alonso Gregorio y asistido de los abades de los
monasterios de Veruela y de Santa Fe, entrando en Montearagón el 19 de mayo de
dicho año.
Grabado de 1880. Recreación del Montearagón anterior a 1844 |
D. Juan López resultó ser un abad
bastante activo, que ganó en Roma varios de los pleitos que tenía el monasterio
por la división de sus rentas. Encargó para la Iglesia del Monasterio los dos
retablos laterales dedicados a San Agustín y a San Victorián, así como el
ornato y cuadros sobre la sillería del Coro. Publicó las Constituciones sinodales del Abadiado de Montearagón.
Murió el 25 de Septiembre de 1614
siendo sepultado en la sala capitular del Monasterio de Montearagón.
Parada militar de Isabel II en 1859 en Montearagón |
El castillo abadía fue construido
por Sancho Ramírez hacia 1093 para la toma de Huesca, y una vez conseguido ese
objetivo, continuó como monasterio real durante 750 años, hasta la
desamortización de 1835. Un incendio posterior contribuyó a su destrucción tras
su expolio y saqueo, salvándose sólo el retablo de Gil Morlanes el Viejo, que
se conserva en el Museo Diocesano de Huesca.
En Montearagón estuvieron así
mismo enterrados hasta su traslado a San Pedro el Viejo los restos de Alfonso I
“El Batallador” (al que igualmente se le atribuye el haber nacido en Echo y
educado en el Monasterio de Siresa). Propiedad del estado, desde hace años y por el
impulso de una Asociación oscense se vienen consolidando y recuperando las
ruinas de lo que fuera uno de los más ricos e influyentes Monasterios
aragoneses.
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