General Espartero |
Tras el desastre de la quema de Echo y parte de Ansó durante la Guerra de la Independencia, la Primera Guerra Carlista tuvo también graves consecuencias para la Villa de Echo, como he reflejado en anteriores entradas del blog. Apenas repuestos de las muertes y del pillaje provocados por el conflicto dinástico de los borbones, otro conflicto más, curiosamente focalizado en ambas poblaciones de amplia tradición liberal, iba de nuevo a castigar a una población que llevaba sufriendo en sus vidas y haciendas las consecuencias de su fidelidad a sus ideas y libertades. La presente entrada del blog, fue publicada como artículo en la revista del Valle de Echo, Bisas del Subordán, que dirigen Marta Marín y Pilar Jarné, en su número 31 del 2014, páginas 28 a 31.
1844.
LEVANTAMIENTO ESPARTERISTA EN LOS VALLES DE ECHO Y ANSÓ
Maria Cristina de Borbón |
Tras la muerte del peor rey de
la historia de España, Fernando
VII, su
modificación sucesoria, la Pragmática Sanción de 1830 derogando la
llamada Ley Sálica del primer Borbón Felipe
V, que impedía
reinar a las mujeres, permitió que lo hiciera su única hija Isabel
II, ejerciendo su
madre María
Cristina la
regencia, hasta su mayoría de edad. La oposición a ésta decisión
por parte del hermano del difunto rey, Carlos
María Isidro, dio
lugar a la primera de las tres guerras civiles (de 1833-1840), que
ensangrentó y empobreció un país, que aún no se había recuperado
del quebranto que supuso la guerra contra el francés. Se llamaron
las guerras carlistas, por los seguidores del pretendiente, frente a
los isabelinos o cristinos como se denominó a los partidarios de la
reina.
Espartero |
Para la victoria de los
isabelinos, fue de suma importancia que la dirección del ejército
recayera en un militar liberal, veterano de la Guerra de la
Independencia, que se convirtió en el héroe de la nación: el
general Baldomero
Espartero. Herido
en ocho ocasiones, participante en el nacimiento del liberalismo en
Cádiz durante la guerra de Independencia, veterano en las guerras
del Perú, fue por dos veces presidente del Consejo de Ministros y
llegó a la Jefatura del Estado como regente durante la minoría de
edad de Isabel II.
Narváez |
A pesar de sus numerosos
méritos, especialmente su valentía y su honestidad, tenía un
carácter difícil, altivo y exigente, excesivamente rígido en lo
relativo a la disciplina militar. Tras la guerra lideró el Partido
Progresista frente al Moderado y en 1841 fue elegido en las Cortes
Regente del Reino. No obstante, su manera autoritaria de gobernar y
la forma explícita con que terminó con algunas sublevaciones
provocó poco a poco la hostilidad de las Cortes a las que disolvió
en 1843.Varios pronunciamientos militares conjuntos de moderadores y
liberales, con los generales Narváez
y Serrano
a la cabeza, provocaron su salida del gobierno y su huida a
Inglaterra donde permaneció en el exilio hasta 1848 mientras en
España se perseguía a sus partidarios, muchos de los cuales
tuvieron que huir igualmente al exilio.
Entre sus partidarios más
fieles, se encontraba el logroñés Martín
Zurbano, veterano
de la guerra de la independencia y general a las órdenes de
Espartero
durante la I Guerra Carlista, acabando la misma como mariscal de
campo, retirándose al terminar aquella a sus tierras.
En noviembre de 1844, Zurbano
se alza en armas a favor de Espartero
y de la Constitución de 1837, junto a sus hijos, su cuñado Cayo
Muro y 80 hombres,
llegando a tomar la población de Nájera. Sin embargo, la
sublevación generalizada prevista no se produce en el resto del
país, salvo en los Valles
de Ansó y Echo, y
su fracaso tuvo terribles consecuencias para las poblaciones de los
mismos.
Soldados liberales |
Pero, ¿cuál fue la razón
para que se produjera el levantamiento solamente en estos dos Valles?
La respuesta puede estar en el hecho de que ambos, de tradición
liberal, fueron elegidos por los generales esparteristas que
participaban en la conspiración, José
María Ugarte y
Francisco de Paula
Ortiz,
que se encontraban exiliados en Francia, como los idóneos por los
que regresar a España. Ugarte
había sido jefe político (gobernador) de la provincia de Huesca,
durante 1840-1841 y Ortiz,
comandante militar de la misma durante un breve período, por lo que
además de conocimiento del terreno, es de suponer que estaban en
contacto y conocían a liberales de ambas poblaciones, donde
esperaban el apoyo para su levantamiento, como así sucedió, en la
noche del 16 al 17 de noviembre de 1844.
Isabel II jurando la Constitución de 1837 |
Tras cruzar la frontera
burlando la vigilancia francesa con algunos exiliados más entre los
que estaban el coronel Gavila
y el comandante Casanova,
ayudantes del general Ortiz,
lograron reunir a unos 250 hombres armados y con dicha fuerza
reivindicaron la Constitución de 1837 y a la Reina Isabel
II, recorriendo los
pueblos de Ansó
y Echo,
desarmando a la tropa y carabineros que se encontraban en los mismos,
al tiempo que hacían que los pueblos se pronunciasen. El 17 de
noviembre, firma Ugarte
desde Echo
un bando con 11 puntos llamando a la sublevación generalizada.
Carabinero 1842 |
Entre los soldados y civiles
apresados por no secundar el levantamiento, dos oficiales de
carabineros, acusados de incitar a rebelarse contra sus captores,
fueron separados y trasladados a Siresa.
Según la versión de los sublevados, en el trayecto intentaron
fugarse por lo que fueron tiroteados por la escolta, siendo éstos
los únicos fallecidos por parte gubernamental en todo éste
episodio. Eran el teniente de carabineros y Jefe del Punto de Ansó,
Francisco Asuar y
Patricio Solá
teniente del Regimiento del Príncipe.
Puente de La Torre. Lugar del enfrentamiento |
De lo que sucedió en la
semana en la que se encontraron sublevados los Valles, hasta que el
23 de noviembre una fuerte columna militar gubernamental, a las
órdenes del general Ramón
Anglés se enfrentó
a los mismos en el Puente Viejo (Puente de La Torre), sólo conocemos
el testimonio del párroco de Echo, Felipe
Climente, y el de
un comunicante al Boletín del Ejército y al periódico El
Castellano, que firma con las siglas R.A.
(por el relato que hace, muy probablemente se trata del mismo general
Ramón Anglés).
Echo. Plaza Mayor en 1910. Fot. Julio Soler |
En dicho comunicado se cuenta
que: …la
sublevación comenzó en el pueblo de Echo la noche anterior a que
aparecieran los militares exiliados, que participaron todos los
vecinos dirigidos por N.
Arrazu y Gil,
y que lo primero que hicieron tras desarmar a los carabineros y tropa
a los que encontraron dormidos, fue arrasar y saquear la casa del
vicario Felipe
Climente el
cual pudo escapar a duras penas de sus perseguidores.
Al día siguiente
(sigue el comunicado), bastante
tarde, aparecieron Ortiz,
Ballera, Madoz y Ugarte con
diez o doce individuos más y aquel mismo día…se
presentaron a tomar las armas contra S.M. mas
de 500”
buenos vecinos”
de los tres pueblos
(Echo, Ansó y
Siresa) es decir,
todos menos los dos hermanos Rocatallada,
el párroco citado que pudo fugarse, don Nicolás
Guallart, el
molinero, y Miguel
el Ferrero, los
cuales estuvieron presos y algunos de ellos confesados en capilla por
no haber aprontado los exorbitantes pedidos que se les exijían y de
los que dieron entre todos hasta 90.000,- reales…..
Iglesia de San pedro en Ansó |
Tras el enfrentamiento, la
sublevación fue reprimida muy duramente. Los dirigentes exiliados
huyeron de nuevo a Francia, junto con un número considerable de
vecinos que habían secundado el pronunciamiento, pero de los que
fueron detenidos, 17
fueron fusilados en la plaza de Echo,
en la ermita de
Escagüés y en los
muros de la iglesia de Ansó
en los primeros
días del mes de diciembre tras un Consejo de Guerra.
Chesos |
Los nombres de los
ajusticiados son: Fermín
Lagrava , de Echo,
38 años, casado, Felipe
Lagrava , de Echo,
28 años, casado, Francisco
Villanúa, de 28
años, casado, Ambrosio
Brun, de Echo, 22
años, soltero, Juan
Terren de Echo,
soltero, Agustín
Miguel, de Echo, 28
años casado, Agustín
López de Siresa,
55 años, casado, Julián
Navarro, de Embún,
40 años, casado, Ramón
Navarro, de Embún,
casado, Mariano
González, de Jaca,
21 años, casado, Andrés
Aragüés, de
Aragüés del Puerto, 20 años, soltero, Mariano
Eito, de Embún,
casado, Antonio
Rabasa, de Urgell,
veterinario, residente en Echo, Ramón
Esto, de Ansó,
Francisco Boli,
de Echo, soltero, Pedro
Larraz, de Jaca,
soltero, sirviente en Echo, falta el nombre de un último fusilado,
al parecer forastero.
En la dura represión, parece
ser que tuvo un papel destacado el párroco Felipe
Climente. El
periódico el Eco del Comercio del 28 de febrero de 1845, publica un
escrito remitido y firmado por un número considerable de los chesos
huidos a Francia, en el que rebaten todas las acusaciones de
violencia que se les hacen y acusan al párroco, que en escritos
públicos a la prensa se ha negado a que se concediera el indulto a
los huidos de Echo (sí se les concedió a los de Ansó y de Siresa),
de haber colaborado con el general Anglés
y señalado a quienes debían de ser condenados, que fueron juzgados
sin ninguna garantía y sin estar presentes en sus juicios, teniendo
conocimiento muchos de ellos de la causa, en el mismo momento que
eran conducidos al paredón de fusilamiento.
De la dureza de la represión,
es ejemplo el bando que el capitán general Manuel
Bretón publicó
contra los insurgentes:
Manuel Bretón |
“Habitantes de los valles
de Hecho y Ansó: Ya habéis visto cuán pronto se os ha
impuesto el castigo debido a vuestra traición mezclada con robos y
asesinatos. Si tuvieseis la osadía de repetir semejantes atentados
contra el gobierno de la Reina nuestra señora (Q.D.G) y las leyes,
estad seguros que esas guaridas de contrabandistas y facinerosos
dejarán de existir.
Honrados habitantes de
Aragón: ayudad al gobierno de S.M. para acabar con los malvados, y
contad con la invariable resolución de vuestro capitán general.
Manuel
Bretón.”
En lo económico, a la familia
señorial de los Rocatallada,
se les indemnizó por los 2.800,- duros que les habían exigido los
sublevados, con todos
los bienes de los huidos a Francia y de los ejecutados.
Fusilamiento de Zurbano |
El general Zurbano
que encabezó el
frustrado levantamiento del país, fue capturado. Su cuñado fue
ejecutado y él ,conducido a Logroño, fusilado el 21 de enero de
1845 no sin antes pasar por la vileza y crueldad de que sus hijos
Benito y Feliciano lo fueran antes que él. Antes de morir, dio vivas
a la Constitución de 1837, a Espartero y a la reina Isabel II.
En septiembre de 1845, casi un
año después, se publicó la sentencia de los tribunales contra los
participantes en los sucesos de Ansó y Echo. Los dirigentes Ugarte,
Ortiz,
Bellera,
Gavila,
Casanova,
Madoz
y Arraco
fueron condenados a pena de muerte por garrote vil, que no pudo
ejecutarse por encontrarse todos ellos exiliados en Francia. A don
Pedro Bernart,
ocho años de confinamiento en la isla de Ibiza y finalmente,
indultados aunque sentenciados al pago de costas, los chesos Mariano
Gastón, Francisco Boli, Pascual Catarecha, Mariano Marraco, Pedro
Ángel Coarasa, Domingo Borao, Pedro Larripa, Francisco Coarasa,
Vicente Mange, Francisco Braviz, Anselmo Coarasa, Pedro Coarasa,
Manuel Biec, Mariano Potoc, Mariano Brun y Juan Arto.
Las tropas se mantuvieron una
larga temporada ocupando los Valles, utilizando como cuartel en la
localidad de Siresa la ermita de Nuestra Señora del Pueyo.
En 1848, Espartero,
reconciliado con la reina, regresó a España restituyéndosele todos
los honores, retirándose de la vida pública en Logroño hasta que
soplaron nuevos vientos en el país, comenzando lo que se conoce como
el Bienio Progresista (1854-1856) en que apareció de nuevo junto a
O’Donnell manteniendo la misma popularidad que había tenido
siempre. En 1868 tras la expulsión de Isabel II por la Revolución
llamada La Gloriosa, se le llegó a
ofrecer por Juan Prim y Pascual
Madoz, la corona de España, que no aceptó.
Estatua de Espartero |
Ugarte
y los demás exiliados también regresaron, y fueron elevados a
relevantes puestos de la administración progresista. Ugarte
fue de nuevo
gobernador en León, y posteriormente administrador de las minas de
Almadén.
El párroco Felipe
Climente, fue
nombrado canónigo de la catedral de Jaca en 1852, donde continuaría
su carrera eclesiástica.
A los seis hijos de tres de
los fusilados en Ansó y Echo, y al anciano padre de uno de ellos les
fue concedida una exigua pensión por las Cortes en 1853 por haber
resultado “…víctimas
de su patriotismo y de su entusiasmo por la causa liberal….
Mientras, los Valles de Ansó
y Echo que habían sido fieles y coherentes con sus ideales
liberales, quedaron de nuevo empobrecidos por las indemnizaciones
pagadas, y sumidos en el dolor por las penalidades pasadas y las
muertes habidas.
Antonio Martínez Valero. Abril 2014
Desconocía esta historia, pero me ha parecido de lo mas interesante y bien documentada. Gracias Antonio.
ResponderEliminarA tí por tu interés. Por cierto, apareces como anónima. No sé quién eres. Saludos de todas formas.
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