Desde este blog se pretende difundir la historia, el arte, la cultura y la naturaleza de la villa y del valle de Echo, uno de los enclaves pirenaicos de Aragón, más hermosos y dinámicos. Su pasado, presente y futuro merecen la pena conocerse y compartirse. Con mi admiración , cariño y la mayor modestia.

viernes, 15 de diciembre de 2017

AÑO 1897. LA CURIOSA HISTORIA DEL PRÓFUGO DETENIDO POR LOS CARABINEROS EN SIRESA

 
Carabineros españoles en la frontera de Le Perthus
La frontera con Francia siempre ha sido un espacio por el que, en momentos convulsos, los perseguidos por la justicia o por sus ideas políticas, han buscado a través de él refugio en la vecina (y no siempre acogedora) Francia. A las dificultades del terreno y la climatología había que sumarle la férrea vigilancia que en determinados momentos ejercían las fuerzas policiales.

En el convulso final del siglo XIX en nuestro país, que es cuando tiene lugar la historia que voy a comentar, a la vigilancia habitual de la frontera se sumaba el fenómeno del contrabando, reprimido duramente por los carabineros, que en un gran número se asentaban en los pueblos y puestos cercanos a la raya con Francia. El personaje protagonista del suceso, no tuvo demasiada suerte y no debió de tener en cuenta esa vigilancia o confió demasiado en sus habilidades escapistas.


El periódico El Día del 15 de Julio de 1897, daba la siguiente noticia:

Carabinero
“En Siresa (Huesca) cerca de la frontera, han capturado los carabineros de aquél puesto avanzado a Enrique Calvo, desertor de Cuba y asistente que había sido de Quintín Banderas. Dicho Enrique Calvo se había fugado de las prisiones militares de Zaragoza, en compañía de un cabo del regimiento del Infante. El cabo ha sido conducido a Jaca por la Guardia Civil y entregado ésta tarde a la autoridad militar de esta plaza.”

Castillo de la Aljafería en 1897
Leída la noticia, la primera conclusión es que se trataba de un desertor pasado al enemigo en la guerra de Cuba, que una vez apresado y condenado a prisión en la península se había escapado del Castillo de la Aljafería, antiguo Cuartel del Príncipe y sede del Regimiento del Infante, donde estaba recluido, con la ayuda de un cabo del mismo. 

Durante aquella terrible guerra que duró en distintas fases casi 30 años, se produjeron más de 5.000 deserciones que engrosaron las filas de los insurgentes, desde soldados a generales, y los prisioneros que se hacían eran recluidos no sólo en los penales de la propia isla sino en diversas prisiones, a cuál más horrenda, de las distintas colonias que todavía tenía España repartidas por el mundo. Algunos de los de mayor importancia eran incluso enviados a cárceles en la Península y Canarias y Baleares.

Quintín Banderas
La noticia de prensa hacía suponer que dicho individuo, Enrique Calvo, era uno de esos presos de importancia por cuanto se mencionaba que había sido asistente de Quintín Banderas, uno de los generales más importantes y combativos de los insurrectos mambises cubanos.

Dos días después, el 17 de julio de 1897, el Diario de Huesca da cuenta de la llegada a Zaragoza del fugado capturado en tren correo de Barcelona, custodiado por dos parejas de la Guardia Civil. También menciona que dicho preso había hecho el viaje con gran tranquilidad y despreocupación e incluso alegre, por el hecho de que, siendo joven, a no ser por una enfermedad llegaría a salir de la prisión en algún momento.

Militares españoles en Cuba
El Pirineo Aragonés del 18 de Julio de 1897 informa de la detención y traslado y relata cómo fue detenido por los carabineros de Siresa por ir indocumentado y que fue la pericia del sargento del puesto de la Guardia Civil de Jaca la que le hizo confesar su verdadero nombre.

Pero una nueva información anterior, del Diario de Huesca, va descubriéndonos nuevos datos. El cabo que ayudó al desertor a escapar se llamaba Montalvo, y estando de guardia abrió la puerta al preso diciéndole al centinela que lo sacaba por orden del oficial. Una vez escapados juntos, al llegar a Huesca, Enrique Calvo lo dejó sólo, siendo detenido por la guardia civil del puesto de Yebra en Sabiñánigo.

 También comenzamos a conocer más datos del fugado. Al parecer, en Cuba había sufrido toda clase de castigos que podían imponerse, y antes de su deserción había solicitado el pase a Filipinas. En esta información, del 10 de Julio, se suponía, que el prófugo ya estaría en Francia.

La verdadera historia de este sujeto, la relataba el Heraldo de Aragón, que ya se había hecho eco en febrero de 1897 de la detención de Enrique Calvo por varios robos en Ateca. Una vez identificado fue trasladado a Zaragoza a la prisión militar en el Castillo de la Aljafería (de donde se escapó). Se le tomó por loco porque confesó una gran serie de delitos, algunos reales y otros fabulados.

Fortín de la Cabaña en la Habana
 En realidad, Enrique Calvo Antón era un raterillo de poca monta, que antes de ingresar en el ejército ya había realizado cuatro robos en Madrid. Ingresó en filas en 1885 tocándole hacer el servicio en Cuba. Allí volvió a delinquir llegando a desertar de la 2ª Compañía de la Brigada Disciplinaria donde estaba encuadrado. Capturado, fue confinado en el penal de la Habana, de donde consiguió escaparse uniéndose a las filas de los insurgentes.

Antonio Maceo
Las informaciones de varios diarios mencionan que entre los mambises llegó a ser asistente del general Maceo (no de Quintín Banderas como se decía también). Lo cual probablemente no era sino otra fabulación, pues el general Maceo, segundo jefe militar de los insurrectos muerto en acción en Punta Brava en diciembre de 1896, contaba con tres asistentes llamados Benito Echevarría, Ricardo Echevarría y Juan Pérez. Lo único cierto es que de Enrique Calvo no se supo nada desde su deserción en 1896 hasta su detención en Ateca.

El Heraldo con motivo de esa detención lo describía: bajo de estatura, llevaba toda la barba e iba pobre y decentemente vestido siendo lo más notable de su persona la fijeza de su mirada, verdaderamente anormal.”  Respecto de la fuga, cuenta el redactor jocosamente que debió de salir del cuartel vestido de militar, pero nadie sabe cómo se agenció el pantalón; la guerrera, según un rumor que recogemos sin otro carácter que el de tal, se la pidió a un soldado diciéndole que era sastre y que se la iba a arreglar”.


Al final, el jefe de la guardia del Castillo de la Aljafería fue sancionado por la fuga, y juzgados por un Consejo de Guerra el cabo Montalbo y Enrique Calvo. No sabemos las penas que finalmente les fueron impuestas, aunque sí que el Consejo había solicitado una petición mayor que la del representante de la ley. En el caso de Calvo, habría que añadírsela a los 14 años que ya debía de cumplir por la deserción de Cuba. Su aventura terminó en Siresa. ¿O no?

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